lunes, 15 de noviembre de 2010

Los Palacios Imperiales

La vivienda de los poderosos llega a su máxima expresión en Roma con la institución del Imperio. Las domus de la nobleza, quedaron pequeñas para la tarea de representación del soberano y para albergar la burocracia que administraba el Estado.

El hecho de que Augusto hubiese nacido en la colina Palatina marcó el destino de este monte y la denominación de la vivienda imperial. El lugar también tenía su simbolismo, según la leyenda, era donde Rómulo y Remo fueron acogidos por la Loba y donde el primero de los hermanos, el fundador de Roma, instaló su cabaña (de las que los romanos conservaron restos). Por todo ello, cuando Augusto consiguió el poder compró al senador Hortensio una domus típica republicana al suroeste de la colina, que amplió en años sucesivos con otras vecinas. Su idea era que al instalarse allí el nuevo soberano se recuperara el sitio y el culto a los orígenes del espíritu romano. La casa de Augusto fue, por tanto, un modesto recinto residencial ampliado en medio de un barrio aristocrático. Sus sucesores también eligieron este lugar para su vivienda por legitimar su poder, pero además lo ampliaron considerablemente  hasta hacerse con la totalidad de la colina, creando los verdaderos palacios imperiales.
El Palatino con todas sus construcciones palaciales hacia el siglo IV d. C.

Entre el siglo I y III d. C. surgieron los palacios de Tiberio, el de Nerón, el de los Flavios y el de Septimio Severo. A finales de la época imperial, el conjunto era un único e inmenso edificio denominado Palatium (Palatino), como la colina.

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