lunes, 15 de noviembre de 2010

El Mercado

La antigua Roma comerciaba en sus mercados con el oro, hierro, estaño, vino, cereales, aceite, plata y textiles que traía de las producciones hispanas. Las tierras de Carthago Nova 
eran ricas en esparto y minerales; las Galias en cereales, cerámicas, cobre, vinos, estaño y ganado; las germanas, en leña, pieles y ámbar, y las africanas y mauritanas en cereales, oro, esclavos, sal, cerámicas, mármol, vidrios y vino.
Los cartageneros y visitantes no podrán encontrar la mayoría de estos productos en el mercado de época contiguo al campamento de tropas y legiones pero si podrán encontrarse inmersos dentro de la comercialización y el ambiente de un mercado romano. La artesanía tradicional como vasijas, juguetes, ropas, zapatos, bolsos y complementos elaborados con cuero o semillas y las hierbas aromáticas y curativas sean quizás las paradas más características.
Sin embargo, quizás lo que más contribuya a la atmósfera de la época sean las aves rapaces y los animales como ocas o burros caminando entre los puestos ambulantes, mientras malabaristas, acróbatas y titiriteros entretienen al público entre puesto y puesto.
Ese es el verdadero hechizo de un lugar como el mercado de época, el ambiente que se respira y se palpa en cada una de las paradas que componen este escenario.

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